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MELANCÓLICOS 2 : OJOS DE OTOÑO


 


MELANCÓLICOS 2 : OJOS DE OTOÑO 


Soy otoño y la tristeza me invade 

al llegar el umbral del frío invierno

ya sin hojas en mis árboles

marchitos y desabrigados

necesitan la manta para no pasar frío.


Los pájaros ateridos, sus plumas 

dejan crecer para hacerse un abrigo;

las serpientes buscan su roca de olvido

donde pasar la noche más larga sin escalofríos.


Húmeda melancolía en las ventanas

dejando caer las lágrimas

que el rocío ha vertido

en sus transparentes cristales.


Soy pradera amarillenta, flores marchitas

cielos melancólicos, oscuros;

las nubes viajan a lomos de un caballo

en el escenario del ocaso del tiempo.


Bosques de cobre con hadas encantadas

riachuelos que ríen y retumban con su panza

al caer por la cascada,

Los árboles lloran al ruido de las motosierras

les quitan sus hijos, sangran sus brazos

desnudos se quedan.


Mar enfurecido, peces de plata

barcos que bailan al son de una montaña

de espuma y los vaivenes de tango

en sus deliciosas noches cuando llega el ocaso

del día y se despierta la luna.


Soy suspiro de flores marchitas en la inmensa pradera

mariposas brillando en los días grises, 

llenos de tristeza, estrellas dormidas en el cielo

oleaje que muere en la orilla, desnudando el follaje

del brillo primaveral y dejándolo en melancolía.


AMOR 40 : HOY ERES FLOR


 


AMOR 40 : HOY ERES FLOR


Hoy, oliendo las perfumadas rosas 

de mi jardín, has venido a mi pensamiento 

en forma de flor, clavel ardiente 

de mi corazón.


Has enraizado en mi corazón, 

de mi pecho florecen unos pétalos rojos, 

invadiendo mi placer sereno 

en este jardín de felicidad.


Todo sucede como el rayo 

en la tormenta, en un abrir y cerrar los ojos, 

despertando pasiones, caudales, 

eres la dueña de mi tiempo.


Bajo esta luz radiante, 

que me posee, soy dueño del tiempo, 

quiero poseerte como el jardín 

a la flor o la mariposa a la margarita. 


Hoy, cuando tú amor impregna la brisa 

que respiro, aletea mi cuerpo, 

soy un bosque en llamas,

un barco sediento de penetrar en tus deseos, 

hacerlos míos, ser transeúnte de tu cuerpo.


Hoy, con tango en mis oídos,

quiero ser tu aire, tu ciprés perdido 

en un monte de caricias prohibidas, 

un huracán, penetrando en tu cuerpo 

hasta que no seamos nada, 

solo una brisa con olor a rosas, 

esparcida por el viento.