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MELANCÓLICOS 35 : ME MARCHO


 


MELANCÓLICOS 35 : ME MARCHO


Me marcho con mi trabajo

Con mi escuela, mis niños, 

mis soledades encubiertas, 

con mis amigos de antes.


Con tus sensuales versos,

con tus humedales y las auroras, 

heridas del corazón incrustadas 

en tu alma imperecedera.


Me marcho, te dejo tus soledades

tus sueños, tus vanidades 

de cristales que la lluvia limpia 

y vuelven a ensuciarse de lastimeros gestos, 

de amores insondables.


Tu rostro es el rostro del viento

Mirada ávida de amor, incomparable 

sed de vida, hambre de sentimientos, 

caricias trémulas, zigzagueantes 

cómo reptil en la pradera.


Ya no trinan los jilgueros en mis párpados,

sólo escucho el graznar de cuervos,

muerte lenta, sin alimento; no hay amor

que resista la acometida de la sierra.


Me marcho con mis paredes vacías, 

mi estómago hambriento, 

y mi alma muerta de esperar 

lo que espero, de desear lo que deseo, 

de morir por lo que no tengo.





AMOR 60 : SE ME OLVIDÓ


 



AMOR 60 : SE ME OLVIDÓ 


Se me olvidó decirte algo

mis canas ya tiñeron, quizás 

el huracán de tu cuerpo me distrajo, 

y no vi la luz que sobre tu aura iba brillando. 


Se me olvidó decirte algo

ingrávida criatura, rosa dormida, 

tus tallos florecen en mis manos

como enredaderas trepando.


Se me olvidó decirte que tus roces 

por las noches, encendían mi fuego, 

noche fría calentándome, dulzura, recuerdos 

de braseros en el cielo a mí venían volando .


Bebí el zumo de tu boca, 

néctar de mi vida, tú me resucitaste de mi silencio, 

convertiste en luz la maldita oscuridad.


Trepaba por la altiplanicie de tu espalda 

sintiendo cómo te desmoronabas

rama quemada, volando hasta las montañas 

del pecado, delirios extremos comunicando 

sentimiento profundo, inmortalidad del alma.


Todo lo tuyo lo hacía mío, tú risa, 

tus brillos diamante, tus pechos , 

zumos de miel en mi boca 

con sus botones de fresas frescas.


Se me olvidó decirte 

que ardía contigo, mezclábamos nuestros jugos heteros,

nos alimentábamos 

Éramos latidos y muerte, te poseía,  te desvestía.

Eras una polvareda que envolvía mi cuerpo.


Se me olvidó que quería ser tu pasión, 

fuego, delirio, tus temblores sublimes, 

te recorría como la crema penetraba por tus poros, 

me adentraba en ti, 

fuiste principio y fin de mi universo.