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MELANCÓLICOS 23 : QUISIERA ABRIR MIS VENAS


 


MELANCÓLICOS  23  : QUISIERA ABRIR MIS VENAS


Quise abrir mis venas 

bajo el almendro florido

de aquella primavera escondida, 

en el silencio de la tarde,

fuera del ruido urbano 

que perturba mi calma, asesinada

por el estrés de las finas hierbas, 

asfalto quemado.


Yo te ignoraba como los suspiros 

que arrastra el viento,

peregrinar constante de sentimientos, 

yemas de vides, polen de amapolas, máscara de farolas, 

alienando mis carencias impolutas, ríos de nardos 

agarrados a tu cintura.


Yo quise borrarte 

de mis noches sin estrellas, 

de los días que fluyendo dejaban correr 

el tiempo tras mi estela sedienta;

no era nada en esta vida, 

una simiente cautiva de laberintos

de calles enmohecidas, reguera de hormigas 

sin destino, con prisa.


Ayer descubrí, maldades inocentes, 

espadas malignas, vidas ocultas

encerradas en este paraíso 

de jaulas fabricado, hierba de hormigón

agujereada por arañas y ratas, envileciendo

mi alma errante de algarrobos muertos,

en la prisión esclava de mi mente.


Quisiera salir, despertar de este vivir sin vivir,

de este encantamiento de la evolución interestelar

surcando paraísos desarraigados, volviendo a la

campiña, a contemplar la primavera de nuevo.







MELANCÓLICOS 22: MUERTE DEL ALMA


 


MELANCÓLICOS 22:  MUERTE DEL ALMA 


Viento de las olas profundas del universo,

sonoridad silenciosa sobre meteoritos

de nostalgia cabalgando 

hacia la ignominia.


Profeta de alas blancas 

circundando su cara, 

cabellera de aura triste envilecida, 

con frente pálida de mortis reciente.


Sueños cercanos a lo imposible

ascendiendo cómo cometas 

a una nave donde habita el tormento 

y el suplicio de los lamentos,

morbidez de la vida


Todo el polvo del universo 

condensado en mi corazón 

Resplandores de otras vidas 

como arcos de penuria llegaban hasta mí


Rayo viril, luz fosforescente 

fulminando mis tentaciones lascivas, 

encubriendo la maldad perversa 

de esta etapa onírica 

de la tragedia griega de mi vida 


Los nenúfares de la maldad 

acechando el frenesí sórdido 

de la muerte cabalgando 

por estelas celestiales 

se acercan a mi.


Una explosión de estrella interestelar 

convulsiona mi ser

destruyéndolo convirtiéndolo 

en átomos imperecederos.


Allí:


Más alta de las nubes 

y las constelaciones, mi alma descansa 

en tinieblas permanentes,

entre humedales y escarchas.