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LLEGADA

 




LLEGADA


Vagando por las calles solitarias, errante

como un alma en pena esperaba tu llegada

Un hombre barbudo, en pijama, sobre el suelo

tirado dormitaba a la luz de la luna

era un sauce jugando a escondidas

con el cansado sol del atardecer


Sentí miedo, como los pájaros

cuando ven los nubarrones negros

presagio de lluvia, vientos desafiantes

rayos en penumbra sobre la muralla

disfrazada de musgo que reflejaba 

mi grácil figura como el proyector de cine

la película.


Te vi en la lontananza, como el ocaso

del día o el fulgor de la mañana

con ropa de verano, frío sintieron mis huesos

como si estuviese en una cripta o en una sierra

llena de nieve con ventisca.


Te acercaste como los pájaros 

se acercan a las nubes

revoloteando, contenta, ufana, 

tu cara era de nácar

de marfil, no sé de lo qué era 

pero me extasiaba 

contemplar aquella figura tan hermosa

como las rosas o los claveles del cielo.


Nos abrazamos como se abrazan dos nubes

en su encuentro; ese tacto oscuro me llevó

a sentir espumas en tu cuerpo 

que era aceite flotando sobre el agua

eras pez en mi río.


Esa noche fue la noche del alma

de la dulzura, del amor en calma

necesitado de ti, te apuré hasta la mañana

cuando el sol despertó y te vi sobre mi almohada

las lágrimas de felicidad caían y los rayos del sol

las secaban.


MARCHITO







 MARCHITO


Te duermes a mi lado igual que un fardo

no hay tentación, ni besos, ni abrazos

la noche se ríe de nosotros

y la ternura huye despavorida.


Somos como las hojas 

que caen en otoño, amarillentas

a veces, rojizas, melancólicas

como nuestro amor.


La llama apagándose lentamente

como los bosques de verdes 

pasan a ser como minas de bronce

en el horizonte.


Nuestro romance adolescente

perduró a lo largo del tiempo

pero se marchitó como la nieve

con el viento, o los rosales en invierno.


Como una tormenta 

destrozando el relieve

como flores durmientes

sobre el ocaso de los dioses

así se marchó nuestro amor

como se marcha la vida

la paz, la guerra y la cama de hojas

de un bosque.


Ya no hierve la sangre

no se estremece el vientre

somos pasajeros del tiempo

como las lágrimas de las nubes

cuando riegan nuestros cuerpos.


Las baladas sensuales

se acabaron, se convirtieron

en misa fúnebre que deambula

por los montes de nuestros cuerpos

silente, en soledad

y sólo permanecen los recuerdos