AMOR 81 : MORDÍA MI ALMOHADA
Mordía mi almohada, esperando tu llegada
eran horas interminables, mirando al espejo,
a mis gestos, bajo esa sensación sombría
de las tardes lánguidas, vacías del gris otoño.
Mi lecho era un pájaro sediento, de ti,
de tu aliento, de tu mirar sereno, como acontece
el anochecer suavemente, imperceptible a los
ojos centelleantes con los que aguardo el momento.
Bajo este cielo mordaz donde habito,
esta oscuridad aciaga llena de júbilo,
inmóvil, devorando el tiempo, esperando
el devenir de lo efímero del placer, tendido
espero el vuelo de la gaviota sobre mi montaña muerta.
Las aguas mansas de tu aura se agitan,
como el mar con los vientos huracanados,
melodía ardiente llenando esta oscuridad aciaga,
estos minutos infinitos,
este querer oír el timbre pero no llega esa orquídea
para impregnar mi primavera de verdor y escarcha.
Quiero beberme tus labios ser el príncipe de tu cuento,
perderme en el rocío de tu cuerpo, ser la lámpara
iluminando esta ansia de piel de seda, cielo rebosante,
trigales que florecen bajo las sábanas, alimentarte
con mis suspiros.
Sé que vendrás con fuego,
apagando mi fuente del deseo de ser tuyo,
sin mordazas, con puertas abiertas
agitando las aguas mansas y que este amor de atardecer,
sea un resplandor súbito que a las nubes alcance.