EL VIEJO PORTAL
Estoy sentado en el viejo portal de piedra
encima de mi aturdida cabeza
el arco sonriente vela mi siesta
colgando de las paredes helechos de luna llena.
Mecedoras que se mueven en silencio
vacías, de hojas muertas
de seres que vivieron, amaron
en ese túnel de frescura
que al calor del verano daba guerra.
Moscas golosas, hediondas
pululando entre las viandas
expuestas en la vieja mesa
qué cruje dolorida,
con sus huesos resquebrajados
de servir a los moradores
de ese lugar de encanto.
Cantos de chicharras, sol blanquecino
que te quema las entrañas;
trinar de jilgueros
maullidos de gatos
ladridos de perros que abundan
en el camposanto.
Recuerdos inolvidables de una adolescencia
de velero, efímera
como lo es la vida, gozosa o lastimosa
de todo hubo en aquel portal oscurecido
con su puerta dolida
de las grietas del tiempo.
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