PASEANDO POR MI PUEBLO
Dolientes campanas habitando mi alma,
mi corazón en la barbería del centro del pueblo
junto al bar de la plaza
donde brota la fuente
y enfrente el ayuntamiento
con su portada dieciochesca.
La calle tiembla
el macetero se regocija a mí paso,
María, la chismosa, abriendo la puerta
con sus ojos como soles, abiertos
para no perderse un detalle
de cuánto acontece en la calle.
Más abajo la puerta de la iglesia
tan antigua, tan vieja
el tiempo la ha defenestrado
siente frío por sus rajas
y las polillas habitan en sus entrañas.
Frente a la iglesia, el quiosco,
como una fonda donde el cuerpo
se resguarda del frío en el invierno.
sus paredes de madera
son el periódico del pueblo
todas las noticias pasan por sus huesos.
Paseando por cuatro vientos
los abuelos sentados en los asientos
alimentando con el sol sus viejos huesos.
Cuentan historias de presos, de estraperlo,
tabaco de Gibraltar y por eso
le llaman Gibraltar el chico
una vida dura cuando no había vida
un trabajo perseguido
por la luna y las estrellas
que vigilan a los estraperlistas
con fusiles en mano.
El miedo duerme en la cama de los muertos.
Los carabineros disparan a los nuestros
aparecen los cuervos negros.
Cerca, en el muro frente al quiosco,
los jóvenes sentados
con sueños de libertad,
esperando otra vida
no con fusiles, con flores
donde el viento sople
el sol caliente
las campanas repiquen con alegría
y el sol salga sonriendo
cuando aparezca un nuevo día.