MELANCÓLICOS 44 : EN LA BRUMA DE LA NOCHE
En la bruma de la noche donde habita la melancolía
dos almas perdidas, se encuentran en secreto
entrelazándose en la penumbra
florece un amor inmenso, río desbocado
gran caudal de sentimiento.
Entre sombras aletean recuerdos pasados
nostalgia que embriaga la dulce amargura
Son ecos del corazón en su retirada
del rincón de los sucesos olvidados
Ahondando en los venideros, tañer de las campanas.
En el jardín donde siendo ocaso
Florece la aurora
crece un amor puro que en mi pecho
se instala como la aurora que ilumina el alba
Eres la luz que en mis tristes días luce plena,
como el destello de la nieve
cuando el sol la derrite con su lengua de fuego.
Mis ojos encandilas, otras veces los cierras
y vuelan hasta lugares recónditos,
dónde blasfemar no es pecado,
ni hurgar es violar, simplemente
es necesidad.
Esa necesidad perentoria de danzar,
de moverse en posiciones arabescas,
construyendo el disfraz de la pasión y la belleza.
Cuando los lamentos sucumben en noches
de esperanza, de retrasos como hileras,
haciendo mella en nuestra mente ocultando
las ansias tras los colmillos de la ausencia
del deseo no encontrado, de la palidez
del sueño frente al espejo.
Entonces
Hazme tuyo, y nunca me dejes ir,
hazme tuyo, en cada latido de tu corazón,
en cada suspiro, en cada canción
porque juntos podemos ser eternos
y deleitarnos con una vida completa
en este infierno convertido en paraíso.