AMOR 43: ACANTILADOS
Si hablamos de acantilados
tengo el tuyo amor, el de tus pechos,
tan prominentes, tersos, peligrosos,
qué me llevan al infierno de la lujuria.
Ese vaivén entre mis manos, se amasa,
se ablanda, como el pan en las manos
del panadero, masajea la harina y sale
nuestro alimento.
Eso quiero que seas, mi alimento
mi respiración, mi aliento, tormenta fecunda
en mi pensamiento, nido de águilas en mi destierro,
cuando me siento desamparado, y no te encuentro.
Si salto el acantilado, caigo
en tu huerto de terciopelo,
centauro en un desierto seco,
¿Quién te corteja luna?
¿Quién se derritió en tus brazos como un hielo?
qué marejada me hará navegar por tu cuerpo
qué delirio, luna
Te haré un hueco en mi cama
por si pasas frío por la noche
un saco de sueños de adolescente
en una fiesta con abanicos de plumas.
¿Quién será tu vida?
una rosa llena de espinas,
un pensamiento melancólico
en una cama dormida,
o un suspiro en la pradera
cabalgando caballos de felicidad infinita.
Sueños de acantilados de gaviotas,
en una playa perdida, donde tú amor
y el mío volando
surgen de un relámpago de vida.